LONDRES – Gran Bretaña está al borde de un cambio masivo. A menos que las encuestas estén espectacularmente equivocadas, el Partido Laborista de centroizquierda llegará al poder el viernes, poniendo fin a 14 años de gobierno del Partido Conservador.

El Primer Ministro Rishi Sunak no tuvo que convocar elecciones antes de fin de año, pero decidió jugar, esperando que las encuestas bajen. Ciertamente no lo han hecho. Los conservadores son profundamente impopulares. Los votantes no confían en ellos para manejar la economía, una de las fortalezas tradicionales del partido. Los votantes están indignados por los costos disparados, las altas tasas de interés, los salarios estancados y los servicios públicos abrumados. Una turba irritable está hambrienta de cambios, incluso si no está claro qué significa eso. Algunas encuestas predicen que el Partido Laborista podría ganar más bajo su líder, Keir Starmer, que durante la aplastante victoria de Tony Blair para el partido en 1997.



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